Te contaré algo curioso.
Mi padre, después de comer, se sienta en el sofá a mirar la televisión, pero en realidad lo que hace es la siesta. Muchas veces le hemos dicho:
—¿Por qué no apagas la tele? Estarás más cómodo, y dormirás mejor.
Pero no quiere.
Es más, si apagamos la televisión o cambiamos de canal, él se despierta en el acto y nos dice:
—¡Eh, que la estoy viendo!
Para reírse, ¿verdad?
De vez en cuando, todos los padres nos hemos preguntado: ¿es mala la televisión para nuestros pequeños?, ¿cuánto tiempo deberían verla?…
¿A ti también te preocupa este tema? Hablemos un poco sobre esto.
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La publicidad y las programaciones interminables
Hoy en día la publicidad nos bombardea en todos los ámbitos.
A mi realmente me molesta. Se cuela principalmente por la tele, pero también por el buzón, por la radio…
La publicidad está presente en nuestras vidas de forma constante.
Si podemos librarnos de al menos una parte de esa publicidad innecesaria, pues mucho mejor, ¿no?
Recuerdo que antes había un inicio de programación y un cierre. Pero hoy en día la programación televisiva es cíclica.
No hay un final, ni un principio. Cuando se acaba la emisión se vuelve a repetir.
Además existen canales que emiten dibujos o contenidos presumiblemente para niños o adolescentes durante las 24 horas.
¿Cuándo se desconectan los niños de los dibujos?
Ahora no les puedes decir “cuando se acabe este capítulo, a dormir” (o a estudiar, o a jugar). Siempre hay otro episodio, o comienza otro programa…
Son infinitos.
Los chavales solo se pueden desconectar cuando están extenuados, o cuando sencillamente se quedan dormidos.
A veces incluso prefieren perder horas y horas delante de la televisión o de un videojuego antes que ir a jugar con los amigos al parque, o ir en bici, o hacer ejercicio.
Toda dependencia es mala. Por lo tanto podemos afirmar que un mal uso de la televisión y de las nuevas tecnologías es perjudicial para los niños.
Vivir sin televisión
En casa no tenemos televisión desde que mi pequeño cumplió un año y medio, más o menos.
Fue por circunstancias ajenas a nosotros. No fue una decisión meditada previamente, pero esa pausa accidental nos brindó la posibilidad de decidir si queríamos volver a tener una tele en casa.
Y decidimos que no.
Esto no quiere decir que no dejamos que los peques miren películas y dibujos. Pero los miramos en internet con el ordenador.
Usar el ordenador en lugar de la tele te permite controlar mejor la duración y el momento adecuado, y además puedes seleccionar el tipo de programa. Puedes escoger dibujos concretos y discriminar los que no te interesan.
Y no menos importante: no ves nada (o casi nada) de anuncios.
Gracias a todo esto los niños no están tan expuestos a ser manipulados de forma indiscriminada.

Pese a esto, mis hijos conocen todo lo que existe en el mercado para los niños, ya que ven televisión en otros lugares (como en casa de sus abuelos). Además, los demás niños en la escuela explican y comparten las últimas novedades de juguetes, juegos y demás.
Así que puedo decirte que no están aislados en absoluto. Son niños totalmente “normales”.
Sencillamente hemos descubierto que a través del ordenador podemos tener más control de lo que ven, y decidir cuándo lo ven.
No es malo que los niños vean contenidos dedicados a ellos
Hay muchos programas infantiles y familiares que podemos usar para reforzar la educación de nuestros hijos. Por ejemplo, hay dibujos que entretienen a los más pequeños y que a la vez tienen un valor educativo.
También puedes acostumbrar a tus niños a que de vez en cuando vean las series en versión original, y de esta manera reforzar el aprendizaje del inglés.
Solo es cuestión de que busques y sepas con exactitud qué están visualizando tus pequeños, y qué les puede aportar a su formación.
No te quedes solo con la parte del ocio.
Te diré más. A Leo y a mí nos gusta disfrutar viendo con nuestros peques una buena película, y hacer de esto algo especial para compartir en familia.
Le llamamos una “sesión de cine”. Normalmente lo hacemos el fin de semana, y como ya te he dicho es un momento especial, como lo pueden ser la hora de explicar cuentos antes de ir a dormir, la de jugar todos juntos o las excursiones de hormigas por la tarde.
Es una opción muy personal (y hasta podría decir “un estilo de vida”), pero yo prefiero ver los programas con mis hijos y sin hacer nada más. No me gusta ver programas ni películas comiendo o haciendo cualquier otra actividad.
No permitas que la televisión te invada
Si crees que la televisión ha invadido tu vida familiar de una forma negativa, no te desesperes. Todavía puedes intentar reconducir esta situación.
Por ejemplo, puedes comenzar por sacar la tele del comedor, o al menos no encenderla a la hora de comer y de cenar. Es una buena práctica. Descubrirás que los peques empiezan a hablarte espontáneamente de lo que hicieron en el colegio, y podrás compartir una conversación sobre algo que os guste a todos.
Al mejorar la comunicación podrás entender y estar más cerca de tus hijos y de tu pareja, y ellos de ti.
A mayor tiempo de calidad con tu familia, mejor calidad de vida.

Lógicamente este proceso se ha de ir haciendo de forma gradual. Seguramente no podréis dejar de mirar la televisión de un día para otro.
Puedes probar de empezar solo por el fin de semana. Dispondréis de más tiempo y de menos obligaciones, y esto os lo facilitará.
Intenta cocinar algo fácil, rico y especial con tu familia (por ejemplo una pizza casera), y disfrutarlo luego todos juntos en la mesa y sin la tele.
Luego tal vez podrías planear una pequeña excursión, o hasta disfrutar de una sesión de cine en casa.
Ya irás encontrando la forma para ir disminuyendo la necesidad de mirar la televisión, y encontrarás la manera de aprovechar correctamente las nuevas tecnologías.
Aunque también puedes ser más radical y decidir deshacerte del televisor… ¡de una vez y para siempre!
El silencio es necesario en un hogar
En silencio se puede leer, escribir, pensar y hasta los niños pueden jugar.
Ya sé que jugar en silencio parece una paradoja, pero no lo es. Me refiero a que los niños no necesariamente tienen que gritar, saltar y hacer ruido para pasárselo bien.
El otro día Pau y Júlia estaban jugando en su habitación a dinosaurios. Jugaban tranquilos, hablando bajito entre ellos.
El silencio les permite a los niños entrar en su mundo de fantasía y montarse sus propias aventuras, o ponerse a leer cualquier libro, o sencillamente mirar las viñetas de un cómic.
Estoy convencida de que si tuviéramos televisión no jugarían a este tipo de juegos, solos y tranquilos.
El silencio les permite descubrir nuevos sonidos que no habrían podido escuchar con el ruido de la televisión, como la voz de la hermanita pequeña en la otra habitación inventando un cuento para sus muñecas. O el canto de los pájaros mientras descansan tranquilamente en el sofá.
Fuerza de voluntad
Cuando uno está tan acostumbrado a algo que incluso forma parte de la rutina familiar, como ver la televisión, se transforma en un acto de voluntad dejar de depender de ello.
Pero debemos ser fuertes y hacer el esfuerzo, pues valdrá la pena.
Tendremos más tiempo. Tiempo que podremos dedicar a nuestra familia, a estar con nuestros amigos o a hacer algo que realmente nos satisfaga.
Pero no nos engañemos. Si uno dispone de una televisión en la sala o en cualquier otro sitio, aunque no la mires pasas por delante y la enciendes. Y lo justificamos diciéndonos:
—Así me hace compañía.
Parece tonto, pero es así.
Penetra en lo más hondo de nosotros y nos va abduciendo sin darnos cuenta. Si eso pasa con nosotros, que somos adultos, imagínate en las pequeñas mentes de tus hijos.
Y además los contenidos no suelen ser de primera. Lamentablemente cada vez hay más telebasura.
Los adultos podemos decidir mirar o no estos programas, pero un niño solo delante de la televisión sin guía ni límites puede llegar a sufrir problemas importantes.
Los niños necesitan movimiento

¡Deja que tus niños jueguen y se diviertan corriendo al aire libre! Así podrás romper con la rutina y el aburrimiento, y en definitiva les permitirás que sean niños.
O sencillamente déjalos disfrutar de una tarde de lectura con sus libros favoritos. O jugando con plastilina. O pintando con sus témperas.
Eso les volverá locos y disfrutarán mucho más que viendo dibujos toooda la tarde…
Y la ventaja de estas actividades es que las pueden realizar en familia o con los amigos y así fomentar las relaciones sociales de una manera activa.
Y no los sometamos a pasar horas y horas delante de una pantalla, sin compañía, y mirando en la tele lo que les gustaría estar haciendo en la vida real: experimentando, oliendo, palpando…
De este modo crecerán más sanos y más felices.
¿No crees?

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