De recetas de pizza se pueden encontrar muchas. Pero la gracia que tiene ésta es que la base de la pizza es casera: la podemos hacer nosotros mismos desde el principio hasta el final, con el valor añadido de que nuestros pequeños nos pueden ayudar. A los niños, de entrada, la pizza les vuelve locos, y si encima pueden participar en su elaboración… ¡todavía mejor!

Las pizzas pueden ser muy sanas, siempre que no abusemos de ellas y elijamos bien los ingredientes. Si cambiamos los clásicos embutidos de siempre por verduras tenemos una receta perfecta para los más pequeños: podemos usar champiñones, espinacas, calabacines, zanahorias muy finas (cortadas con un pelador), berenjenas, albahacas frescas, berros, etc.
Necesitamos…
Ingredientes para la masa:
- 500 g de harina panificable
- 10 g de sal
- 300 ml de agua
- 2 cucharadas soperas de aceite de oliva
- 10 g de levadura fresca*
Ingredientes para añadir a la pizza:
- calabacín fresco
- salsa de tomate
- atún
- queso rallado
- olivas
- orégano
*El tiempo de fermentación va en función de la cantidad de levadura que pongamos: a mayor cantidad de levadura menor tiempo de fermentación, y viceversa. Mi recomendación es usar la menor cantidad de levadura posible, y dejar un tiempo razonable de fermentación (alrededor de una hora) para conseguir una masa de mejor calidad. Para más información sobre la fermentación y el amasado recomiendo el gran libro de Xavier Barrriga, «Pan».
¡Manos a la obra!
En un bol grande mezclamos a mano la harina y la sal. Luego añadimos el agua, poco a poco. Cuando veamos que la harina ha absorbido el agua añadimos un poco más, y seguimos así hasta incorporar todo el agua de la receta.

Para trabajar la masa necesitamos una superficie lisa, sobre la cual esparcimos un poco de harina y comenzamos el movimiento de amasar. El objetivo de este movimiento es que la masa atrape aire y quede más esponjosa, suave y gustosa. (Si nos saltásemos este movimiento y horneáramos directamente la masa, la pizza nos quedaría seca y dura.)
El movimiento básico de amasar lo podemos dividir en tres partes: (1) con un golpe seco golpeamos (¡sin pasarnos!) la masa contra la superficie enharinada, luego (2) estiramos la masa presionando con la parte inferior de las palmas de las manos, y (3) doblamos la masa sobre si misma.
(Como sé que es un poco complicado entender el amasado sólo con leerlo, he colgado este vídeo en mi canal de YouTube donde muestro el movimiento básico.)

Repetimos esta sucesión de movimientos hasta que la masa se vuelva firme y gane consistencia (aproximadamente unos 10 minutos de amasado). Entonces la cubrimos con un trapo húmedo durante 10 minutos más… ¡y descansamos!
(Los maestros profesionales repiten todo el proceso de amasar y dejar reposar hasta cinco o seis veces. Pero, a decir verdad, para los humildes propósitos de nuestra pizza casera creo que con una o dos veces que lo hagamos podemos conseguir una masa razonablemente buena. En todo caso, cuándo veamos que la masa ya no se adhiere a la superficie de trabajo y que su aspecto es más bien liso y sin grumos quiere decir que la masa está lista.)
Justo antes de poner el último ingrediente (la levadura), añadimos a la masa dos cucharadas soperas llenas de aceite de oliva (esto le da más sabor a la pizza). Amasamos hasta que la masa quede nuevamente lisa y sin grumos. Ponemos la levadura (un poco desecha con los dedos) en el centro de la masa y añadimos un poco de agua. Volvemos a amasar hasta obtener, una vez más, una masa lisa, sin grumos y que no se pegue a la mesa. Ahora sí, ¡hemos terminado de amasar!

Hacemos una especie de bola con la masa y la dejamos reposar nuevamente en un recipiente tapado con un trapo humedecido, pero atención: el recipiente donde pongamos la masa debe ser un poco grande (ya que la masa crecerá el doble de su volumen).
Dejamos reposar la masa alrededor de una hora (o hasta que doble su volumen). Pasado este tiempo, con la ayuda del rodillo estiramos la masa en forma redonda o rectangular, como más nos guste (también podemos hacer «minipizzas» de formas divertidas si cortamos la masa con ayuda de un cortador de galletas).

Ahora ponemos los ingredientes deseados. Comenzamos por extender la salsa de tomate sobre la masa y luego iremos añadiendo sucesivamente el resto de los ingredientes.






Horneamos a una temperatura de 220-250 grados durante 10 o 12 minutos, o hasta que los bordes estén dorados (la temperatura y el tiempo de cocción son aproximados) y… ¡a disfrutar!

Y como acompañamiento… ¿qué tal una rica ensalada?
